sábado, 24 de septiembre de 2011

Sonreía


Sonreía, a todas horas, a todo el mundo. Por doquier veía cosas bonitas, personas buenas. Pero tuvo, como todos, la mala suerte de crecer.
Y fue al crecer cuando lo colorido se tornó gris, cuando lo bueno dejó de ser tan bueno. Solo buscaba una repuesta, un porque a tal desastre… y lo buscó, se pasó años buscando ese porque, observando, preguntando, aprendiendo… pero nada, nada obtuvo por respuesta, a ninguna conclusión llegó.
Y hoy, día de su octogésimo cumpleaños, rodeado de familiares y amigos, hoy, se ha dado cuenta de que dejamos de sonreír al ser conscientes de la presencia del resto del mundo. Y no lo entiende, nunca lo ha logrado entender y sabe que nunca lo entenderá. Pero aun así, sabe que su sonrisa también se perdió, quizá la dejó tras la mesa de la cocina de casa de sus padres, o en una camilla de hospital. O tal vez la regalara al último fotomatón. No lo sabe, no sabe que hizo con ella, pero lleva muchos años sin sacarla a la luz y eso lo duele. Sobretodo le duele saber que fue él mismo quien la ocultó para siempre…

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